María
Fernanda Pérez
Todo lo que una persona
logra en su vida social tiene, en mayor o menor medida, el apoyo de quienes le
rodean. Desde nuestro nacimiento, pasando por procesos importantes como la
educación y la socialización, contamos siempre con el apoyo de otros. padres, hermanos,
amigos, compañeros de trabajo y vecinos, forman parte de lo que somos, de lo
que sentimos, de lo que decimos y de lo que hacemos.
Lamentablemente, somos
poco conscientes de esto, y eso lo confirman nuestras tendencias a competir,
más que a cooperar, y al conflicto, más que a la armonización de los vínculos.
Basta con mirar las cifras de divorcios, sociedades comerciales rotas y actos
violentos, para notar nuestra incapacidad para establecer relaciones positivas.
¿Y qué es una relación?
Una relación es una conexión, un contacto entre dos cosas o entre varios
aspectos de una misma cosa. En el caso humano, diríamos que una relación es una
conexión con nosotros mismos o entre nosotros y nuestros semejantes. Esa
relación "yo-yo" o "yo-ellos" es positiva, cuando favorece
el logro de nuestros objetivos, cuando nos permite evolucionar y cuando nos
genera bienestar.
Crear una buena relación interpersonal (con nosotros mismos), implica revisar nuestros
pensamientos y evitar el auto sabotaje mental que os daña y destruye. Se
requiere estar vigilantes y dispuestos a enfrentar los hábitos de pensamiento
negativos o limitadores, generalmente aprendidos culturalmente a través de la
familia, la escuela, los medios masivos y otros agentes Una mentalidad
optimista, la valoración y el cuidado del cuerpo, la auto aceptación, la
congruencia interna, la búsqueda decidida de la paz y la felicidad, y la
internalización de ideas y actitudes del tipo: "valgo",
"puedo" y "merezco", son algunos de los indicadores de
autoestima.
Cuando hemos alcanzado un grado de equilibrio y
satisfacción con lo que somos, podemos entonces establecer relaciones positivas
con los demás. Para poder establecer vínculos verdaderamente favorables,
necesitamos tener una escala de valores que así lo permita y, además, aprender
a comunicarnos. ¿Cómo puedo tratar bien a los demás si pienso que la gente es
mala, que nadie cambia, que la vida es una guerra disfrazada y que para que
alguien gane, otro debe perder? ¡Imposible!.
Se requiere pensar que hay
una reserva positiva en cada ser, que la gente evoluciona y cambia con la
experiencia, que la vida es un reto y una oportunidad de aprender y
experimentar vivencias positivas, y que son necesarias y posibles la
cooperación y la solidaridad. Los altos valores positivos determinan actitudes
y acciones positivas, mientras que valores mediocres, producen a actitudes y
acciones dañinas que afectan la armonía colectiva.
Aspecto esencial de las
relaciones positivas es la "comunicación asertiva", estilo vincular
que plantea, sin timidez ni agresividad, maneras sanas de vincularse, basadas
en el respeto y en la honestidad con uno mismo y con los demás. La asertividad
impide la manipulación, elemento clave de las relaciones negativas.
Las relaciones positivas
requieren para ser una realidad: la valoración y el aprecio por los demás,
antes que la subestimación y el desprecio; el respeto antes que el irrespeto,
la tolerancia más que la intolerancia; la integración; la solidaridad antes que
la indiferencia o el rechazo; la justicia antes que la injusticia, y la paz, no
la violencia. Los conflictos humanos se basan en la falsa idea de que "los demás
son diferentes a mi (siempre menos que yo) y no merecen lo mismo que yo
merezco". Allí se encuentra la clave de la envidia, los celos, la crítica,
la agresividad y la violencia. Es esa la trampa mediante la cual el otro es el
culpable y yo soy el inocente.
En resumen, una relación
positiva es la que nos permite o estimula nuestra evolución y nuestros logros
satisfactorios. Su punto de partida es una buena relación con nosotros mismos,
sobre la base de una sana autoestima (conocerse, aceptarse y valorarse), para
entonces poder relacionarnos de la mejor manera posible con nuestros
semejantes, en vínculos orientados a la alegría, la armonía y la prosperidad, y
no hacia el miedo, el conflicto y la escasez.
El Liderazgo como Cualidad Personal
En el comienzo de la historia de las civilizaciones existía
un concepto de autoridad distinto, en el cual el líder era concebido como una
persona superior al resto de los miembros de su entorno, con dones especiales,
y estaba rodeado por una aura mágico - religiosa. Se consideraba que estos
dones o poderes especiales se transmitían de generación en generación y que
eran otorgados por los dioses (líder nato). Como una consecuencia se buscó
también la forma de crear nuevos líderes, principalmente a través de la
transmisión de conocimientos y habilidades. En la actualidad, la psicología ha
tratado de fundamentar esta perspectiva a través del vínculo psicológico que se
establece con nuestro padre. Estudios psicológicos recientes, se refieren que
lo que se busca en el líder es esa seguridad que solo la proporciona el emblema
paterno.
Porque siempre vemos a nuestro padre como un ser perfecto e
infalible, y es así como en nuestra mente reproducimos esta fijación hacia
nuestros líderes, considerándolos, por consiguiente, personas más capaces y
hasta más inteligentes que nosotros mismos. Los individuos a quienes se le
consideren superiormente dotados serán catalogados por todos como líderes
potenciales, donde finalmente se convertirían, incluso a pesar de ellos mismos,
en líderes. Mucho ha sido el tiempo en el que se ha pretendido establecer las
características, rasgos y las habilidades de los líderes, sin embargo, aún no
se ha logrado establecer una verdadera norma al respecto. La enorme cantidad de listados que existen lo que
verdaderamente reflejan, son los valores que deben prevalecer en la sociedad
respecto a cuál debería ser la imagen del líder ideal.
Actualmente los estudios sobre el liderazgo nos dicen que
estas habilidades que hacen a un líder son comunes a todos, estableciendo que
los líderes son en mayor grado más brillantes, ofrecen mejores criterios,
interactúan más con el ambiente, trabajan bien bajo tensión, toman las mejores
decisiones, tienden a tomar el control y el mando, pero sobre todo se sienten seguros
de si mismos.
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