jueves, 7 de abril de 2016

RED DE INVESTIGADORES DE LA TRANSCOMPLEJIDAD
II JORNADAS DE INVESTIGACIÓN:
TECNOLOGÍAS Y TRANSCOMPLEJIDAD, AVANCES Y PROSPECTIVA

ALGUNAS TENDENCIAS DEL PENSAMIENTO CIENTÍFICO CONTEMPORÁNEO
Hacia una nueva narratividad de la ciencia desde la transcomplejidad

José Rafael Zaá Méndez (PHD)*

La modernidad parió un híbrido entre la racionalidad instrumental, el sueño del progreso ilimitado y una máquina-mundo mecánica controlada por la ciencia, que configuró un discurso producto de la filosofía positivista y su método científico, basado en las posturas racionalista cartesiana-kantiana y empirista comtiana, lockiana y Humeana.
Este discurso científico de la modernidad se caracteriza por un lenguaje compuesto de una madeja de términos matemáticos, lleno de fórmulas físicas, explicaciones puntuales y esquemáticas acerca de relaciones de causa-efecto, donde se observan expresiones asépticas, que pretenden mostrar la secular dualidad entre sujeto-objeto, y ubicar el lugar desde el cual habla un sujeto constructor de ontologías mediante expresiones “no contaminadas”.
Este discurso verificacionista, cuantitativo y simplificador, que busca la rigurosidad científica reflejada en el sueño de la predicción, la confiabilidad y validez del conocimiento construido, tiende a evaporarse, pues, sus más connotadas y ponderadas estructuras y reglas están en entredicho, como por ejemplo, el concepto de objetividad, la pertinencia de las definiciones, la racionalidad de un método reduccionista y esquemático, y la vigencia de su enfoque paradigmático que filtra datos desmejorando así la posibilidad de encontrar relaciones inesperadas en el gran entramado de la realidad.
Hemos estado dominados por un discurso tautológico, calificativo, referencial y explicativo de investigaciones cuantitativas orientadas a la construcción de teorías científicas para predecir el comportamiento de fenómenos y resolver problemas; pero este propósito no se ha logrado, porque el momento histórico que vivimos y la aspiración humana hacia lo trascendente han rebasado esta aspiración; la promesa de un mundo sin problemas, pletórico de confort y bienestar total hecha por la ciencia de la modernidad no se ha cumplido. 
Este discurso que se expresa bajo los métodos, inductivo-concreto, deductivo-abstracto, y en fin, aquellos de fisonomía medicionista, con los que se estudian algunas variables de la realidad, manteniendo otros factores inalterables o en condiciones normales, presenta evidentes limitaciones para internarse en los más profundos parajes de un campo unificado de posibilidades de la realidad, como lo sugiere la física cuántica.
La teleología de este discurso que trata de comprobar o rechazar hipótesis sobre las cuales hay una fundamentación teórica, que se pretende contrastar con los hechos de la realidad, sacrifica la ontología y las vivencias propias de la metafísica conciencial y trascendente del ser humano, vale decir, su propia identidad existencialista.
Hoy viajamos en el pensamiento y la imaginación vívida hacia objetos inconmensurables, no aprehensibles bajo modelos no cuantitativos, inspiracionales; objetos solo concebibles y cognoscibles por las posibilidades de nuestra conciencia fenomenológica. Se esfumaron los datos exactos y verificables.
El discurso referencial supeditado a la tradición positivista como concepción heredada y la obsesión cientista y metodológica, orientada hacia la búsqueda de  objetividad, como bien dijera Nietzsche, ha muerto, abriendo el camino para una nueva aspiración al saber filosófico. Tendremos ahora filósofos creativos de la ciencia y no predicadores del saber científico, espacio de pensamiento en el cual se incorporan los poetas con su original forma de expresión, los pintores con sus lienzos, arquitectos con sus catedrales llenas de un heterodoxo saber, los escultores con sus nuevos mensajes mediante formas humanas entrelazadas con la naturaleza, los músicos con sus páginas surcando los más profundos arpegios de la sensibilidad humana a través de sus miélicas notas en pentagramas imperecederos; y quienes haciendo ejercicio de la sagrada imaginación del ser, crean formas novedosas de exponer, interpretar y comunicar su mundo.
Aquella serie de términos que configuran un código lingüístico particular al cual tienen acceso solo una élite científica quedarán para la historia de la ciencia y serán la expresión de la antigua forma cómo nuestros maestros se equivocaban, cediendo el paso a nuevas formas expresivas, nuevos sistemas de señales, sorprendentes, deslumbrantes, estimulantes, inimaginables.
Muere el dualismo sujeto-objeto en la construcción de conocimientos y el sujeto entra en el lienzo que él mismo pinta. Es la omnisciencia la que da sus primeros pasos con la promesa de rescatar o crear formas de ser felices. Corpus et Mens pasan a ser estructuras que se entremezclan con las múltiples dimensiones propuestas por la física cuántica. Se aleja el mundo de las certezas y entramos triunfantes en el estimulante universo de la incertidumbre.
Aparece en el horizonte del humano saber la posibilidad de un mundo heracliteano, no parmenídeo donde todo se hace y se deshace permanentemente, trayendo consigo la posibilidad de construir conocimientos producto de nuestra disolución en el mágico murmullo de nuestro propio pensamiento, generador de relatos, como bien lo expresara Nietzsche y lo reafirmara Rorty cuando decía: “No hay un último poema, no hay un final del proceso, el sentido no puede descubrirse, sino inventarse”
La muerte de los referentes del discurso de la modernidad quiebra los horizontes del saber y hace germinar la semilla de una aurora, de un renacer, en una penumbra que precede a los lebrunos de la mañana con la alegría de una nueva promesa para el ser humano, una ciencia para la felicidad. Se aleja la  cobriza tarde de la ciencia signada por la hierática estructura de la razón y de la sensación, y emerge en el horizonte la fresca aurora del conocimiento trascendente; no hay nada más parecido a un oscurecer que un amanecer.
Como respuesta a este alejamiento del discurso científico de la modernidad emerge una epistemología caracterizada por la narratividad del conocimiento que se sustenta en corrientes filosóficas postmodernas, como la filosofía de los relatos de Nietzsche, la hermenéutica de Gadamer, la filosofía del lenguaje de Ricoeur y Foucault, donde encuentran asidero las nuevas metáforas del saber humanizante construidas desde lo vital.
En esta nueva narratividad de la ciencia se produce un abandono del radicalismo kantiano expresado en la crítica de la razón pura y en la crítica de la razón práctica, en las que se apoyó Comte para construir el método científico de la modernidad; y como consecuencia de ese alejamiento, se asumen expresiones mucho más abiertas y llenas de sentidos construidas desde lo sensible.
Se observa una vuelta a posturas filosóficas cosmogónicas, socráticas, platónicas y peripatéticas, que utilizan recursos tales como: los mitos, alegorías y figuras del lenguaje para explicar los nuevos objetos de conocimiento.
Esta nueva narratividad científica tiende su mirada hacia el uso de métodos basados en la filosofía postmoderna, como la teoría crítica, el círculo hermenéutico, la teoría analítica, el interaccionismo simbólico y la teoría de la acción comunicativa, por mencionar algunos.
Entre los paradigmas que orientan esta nueva narratividad aparecen, la complejidad de Edgar Morín, el ecologismo o biologisismo de Maturana y Varela, una vuelta a los presocráticos generadores de mitos para aplicaciones científicas, el holismo metodológico y los programas de investigación de Lakatos, entre otros.
Estas posturas coadyuvantes de la nueva narratividad científica se apoyan en sistemas epistemológicos como la fenomenología de Husserl, el existencialismo de Heidegger, la hermenéutica de Gadamer, y en las sorprendentes teorías contemporáneas de la física cuántica, como las teorías del caos, incertidumbre, relatividad y complementariedad. Se vislumbran en el horizonte de la ciencia nuevos retos cuyo abordaje se hará mediante el proceso de construcción de nuevos caminos, hacia un saber y existir del ser humano que trascienda los intereses materiales y de control de la naturaleza. Se observa en el pensamiento filosófico de lo que se ha dado en llamar la postmodernidad una deconstrucción de la gramática de la dominación positivista y a la par la construcción de un nuevo tejido epistemológico de la ciencia y del universo bajo la concepción de una realidad caracterizada por infinitas relaciones que se conectan, combinan y trasladan, y así componen la textura del todo.
Esta nueva realidad formada por multifacéticos escenarios ha sido posible gracias a la incidencia de las obras de Thomas Khun (1962) (La estructura de las Revoluciones Científicas), Stafford Bear y Bertalanffly (1959) (El Modelo Cibernético), que dieron origen a la formación de nuevos paradigmas científicos y al modelo sistémico, respectivamente. De aquellos se alimenta y enriquece la práctica investigativa y la construcción de teoría científica de los últimos años.
Estos cambios paradigmáticos se han acelerados por la significativa participación y contribución de la teleinformática, la cual ha evolucionado con una pasmosa rapidez producto de la aplicación de la teoría de sistemas, el avance de la microelectrónica y la utilización del chip de silicio. Este avance de la ciencia y la tecnología de la información han permitido a la ciencia en general construir nuevas teorías para explicar nuestro universo en expansión.
Ante este panorama del ejercicio del pensamiento y la actividad científica, entender la transcomplejidad como un ejercicio de pensamiento mediante el cual se crean espacios de reflexión donde se entrelazan las percepciones objetivas y subjetivas de la realidad,sus dimensiones lineales y multidimensionales, las concepciones universales y multiversales, lo apariencial y lo substancial, la naturaleza y la artificialeza, lo esencial y lo existencial, lo inductivo concreto y lo deductivo abstracto, lo material y lo energético; y en fin, lo racional y lo vivencial; como un intento de conformación de novedosos y variados paisajes cognitivos, que contribuyan a la construcción de inéditose inexplorados caminos del conocimiento humano, nos obliga a dejar atrás el excesivo controlismo de las ciencias de lanaturaleza y la ingenuidad prescriptiva del método científico aplicado a una parcela de la realidad; y como inequívoca consecuencia, una apertura a la nueva ciencia, cuyo papel fundamental podría consistir en reinterpretar la existencia humana, para procurar una vida plena, integral, relacionada y sustentable en este viaje planetario.
Somos herederos y víctimas de una forma de pensar y hacer conocimiento, que nos ha conducido hacia una perniciosa superstición del materialismo, en la cual tiene su arraigo la ciencia que aplicamos en búsqueda solo de bienestar para la corporalidad.
En este orden, todavía hay quienes creen, que la finalidad ulterior de la ciencia es producir más y más bienestar material; y que el método científico y sus resultados constituyen la fuente de respuestas para todas nuestras inquietudes humanas, y la solución de todos nuestros problemas. Mientras tanto el planeta y todos los seres que lo pueblan sufren las consecuencias de una ciencia triunfante.
Ante esta visión reduccionista de la ciencia, la transcomplejidad reivindica y hace emerger lo esencial de la existencia humana, sin desconocer lo aparente, que a manera de subyugante vestidura ha ocultado lo substancial, aquello que el credo científico no ha logrado penetrar y poner de manifiesto. Ahora estamos frente a nuevos retos en la búsqueda de saberes más allá de la ciencia normal, que encontrará su asidero fundante en una alquimia científica, que nos permitirá redescubrirnos a nosotros mismos como fuente y origen de cosmogonías explicativas de nuestro mundo fenomenado.
Los nuevos escenarios multipespectivistas hacen que la transcomplejidad se libere de las concepciones y ataduras del objetivismo reduccionista, y se interne en los más profundos parajes de la transmutación interpretativa-subjetiva, y contemplativa-trascendental.
En obsequio de lo anterior,y en una apreciación general, la transcomplejidad permitirá ejercer la reflexión acerca de experimentos de pensamiento, tales como: las nuevas concepciones de la realidad, la complejidad como trasfondo paradigmático, aportes de la neurociencia al conocimiento de la realidad, el estudio de la consciencia, problemas existenciales: crisis del yo y del estar, neomaterialismo, transhumanismo, posthumanismo y postfilosofía, entre otros. Esto es solo una pincelada en la estimulante aventura de pensarnos a nosotros mismos y a nuestro mundo.
San Juan de los Morros, 06 de junio del 2014.

*Coordinador del Postdoctorado en Filosofía de la Ciencia y Transdisciplinariedad de la Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos, San Juan de los Morros, Estado Guárico.

3 comentarios:

  1. En la transcomplejidad se establece una interrrelación entre el autor (investigador) y su obra, dando paso a la reflexión. Cabe destacar que, cada individuo es único y posee ideas y pensmientos propios. Su interpretación de la realidad es diferente al resto del mundo, todo va a depender de sus experiencias.

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  2. ciertamente todo esta por conocerse en un eterno espiral sin fronteras, el universo es cambiente, el ser es trasnpersonal, nada es definitivo...esa es la nueva ciencia

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  3. le llego la hora alfin al estudio de la espiritualidad del ser humano, sin la discriminacion clasica del positivismo cientifico, crecemos en la vision del SER.

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