RED DE INVESTIGADORES DE LA TRANSCOMPLEJIDAD
II JORNADAS DE INVESTIGACIÓN:
TECNOLOGÍAS Y TRANSCOMPLEJIDAD, AVANCES Y PROSPECTIVA
ALGUNAS TENDENCIAS DEL PENSAMIENTO CIENTÍFICO CONTEMPORÁNEO
Hacia una nueva narratividad de la ciencia desde la transcomplejidad
José Rafael Zaá Méndez (PHD)*
La modernidad parió un híbrido entre la
racionalidad instrumental, el sueño del progreso ilimitado y una máquina-mundo
mecánica controlada por la ciencia, que configuró un discurso producto de la
filosofía positivista y su método científico, basado en las posturas
racionalista cartesiana-kantiana y empirista comtiana, lockiana y Humeana.
Este discurso científico de la modernidad se
caracteriza por un lenguaje compuesto de una madeja de términos matemáticos, lleno
de fórmulas físicas, explicaciones puntuales y esquemáticas acerca de
relaciones de causa-efecto, donde se observan expresiones asépticas, que
pretenden mostrar la secular dualidad entre sujeto-objeto, y ubicar el lugar
desde el cual habla un sujeto constructor de ontologías mediante expresiones
“no contaminadas”.
Este discurso verificacionista, cuantitativo y
simplificador, que busca la rigurosidad científica reflejada en el sueño de la
predicción, la confiabilidad y validez del conocimiento construido, tiende a
evaporarse, pues, sus más connotadas y ponderadas estructuras y reglas están en
entredicho, como por ejemplo, el concepto de objetividad, la pertinencia de las
definiciones, la racionalidad de un método reduccionista y esquemático, y la
vigencia de su enfoque paradigmático que filtra datos desmejorando así la
posibilidad de encontrar relaciones inesperadas en el gran entramado de la
realidad.
Hemos estado dominados por un discurso
tautológico, calificativo, referencial y explicativo de investigaciones
cuantitativas orientadas a la construcción de teorías científicas para predecir
el comportamiento de fenómenos y resolver problemas; pero este propósito no se
ha logrado, porque el momento histórico que vivimos y la aspiración humana
hacia lo trascendente han rebasado esta aspiración; la promesa de un mundo sin
problemas, pletórico de confort y bienestar total hecha por la ciencia de la
modernidad no se ha cumplido.
Este discurso que se expresa bajo los métodos,
inductivo-concreto, deductivo-abstracto, y en fin, aquellos de fisonomía
medicionista, con los que se estudian algunas variables de la realidad,
manteniendo otros factores inalterables o en condiciones normales, presenta
evidentes limitaciones para internarse en los más profundos parajes de un campo
unificado de posibilidades de la realidad, como lo sugiere la física cuántica.
La teleología de este discurso que trata de
comprobar o rechazar hipótesis sobre las cuales hay una fundamentación teórica,
que se pretende contrastar con los hechos de la realidad, sacrifica la
ontología y las vivencias propias de la metafísica conciencial y trascendente
del ser humano, vale decir, su propia identidad existencialista.
Hoy viajamos en el pensamiento y la imaginación
vívida hacia objetos inconmensurables, no aprehensibles bajo modelos no
cuantitativos, inspiracionales; objetos solo concebibles y cognoscibles por las
posibilidades de nuestra conciencia fenomenológica. Se esfumaron los datos
exactos y verificables.
El discurso referencial supeditado a la tradición
positivista como concepción heredada y la obsesión cientista y metodológica,
orientada hacia la búsqueda de
objetividad, como bien dijera Nietzsche, ha muerto, abriendo el camino
para una nueva aspiración al saber filosófico. Tendremos ahora filósofos
creativos de la ciencia y no predicadores del saber científico, espacio de
pensamiento en el cual se incorporan los poetas con su original forma de
expresión, los pintores con sus lienzos, arquitectos con sus catedrales llenas
de un heterodoxo saber, los escultores con sus nuevos mensajes mediante formas
humanas entrelazadas con la naturaleza, los músicos con sus páginas surcando
los más profundos arpegios de la sensibilidad humana a través de sus miélicas
notas en pentagramas imperecederos; y quienes haciendo ejercicio de la sagrada
imaginación del ser, crean formas novedosas de exponer, interpretar y comunicar
su mundo.
Aquella serie de términos que configuran un
código lingüístico particular al cual tienen acceso solo una élite científica
quedarán para la historia de la ciencia y serán la expresión de la antigua
forma cómo nuestros maestros se equivocaban, cediendo el paso a nuevas formas
expresivas, nuevos sistemas de señales, sorprendentes, deslumbrantes,
estimulantes, inimaginables.
Muere el dualismo sujeto-objeto en la
construcción de conocimientos y el sujeto entra en el lienzo que él mismo
pinta. Es la omnisciencia la que da sus primeros pasos con la promesa de
rescatar o crear formas de ser felices. Corpus et Mens pasan a ser estructuras
que se entremezclan con las múltiples dimensiones propuestas por la física
cuántica. Se aleja el mundo de las certezas y entramos triunfantes en el
estimulante universo de la incertidumbre.
Aparece en el horizonte del humano saber la
posibilidad de un mundo heracliteano, no parmenídeo donde todo se hace y se
deshace permanentemente, trayendo consigo la posibilidad de construir
conocimientos producto de nuestra disolución en el mágico murmullo de nuestro
propio pensamiento, generador de relatos, como bien lo expresara Nietzsche y lo
reafirmara Rorty cuando decía: “No hay un último poema, no hay un final del
proceso, el sentido no puede descubrirse, sino inventarse”
La muerte de los referentes del discurso de la
modernidad quiebra los horizontes del saber y hace germinar la semilla de una
aurora, de un renacer, en una penumbra que precede a los lebrunos de la mañana
con la alegría de una nueva promesa para el ser humano, una ciencia para la
felicidad. Se aleja la cobriza tarde de
la ciencia signada por la hierática estructura de la razón y de la sensación, y
emerge en el horizonte la fresca aurora del conocimiento trascendente; no hay
nada más parecido a un oscurecer que un amanecer.
Como respuesta a este alejamiento del discurso
científico de la modernidad emerge una epistemología caracterizada por la
narratividad del conocimiento que se sustenta en corrientes filosóficas
postmodernas, como la filosofía de los relatos de Nietzsche, la hermenéutica de
Gadamer, la filosofía del lenguaje de Ricoeur y Foucault, donde encuentran
asidero las nuevas metáforas del saber humanizante construidas desde lo vital.
En esta nueva narratividad de la ciencia se
produce un abandono del radicalismo kantiano expresado en la crítica de la
razón pura y en la crítica de la razón práctica, en las que se apoyó Comte para
construir el método científico de la modernidad; y como consecuencia de ese
alejamiento, se asumen expresiones mucho más abiertas y llenas de sentidos
construidas desde lo sensible.
Se observa una vuelta a posturas filosóficas
cosmogónicas, socráticas, platónicas y peripatéticas, que utilizan recursos
tales como: los mitos, alegorías y figuras del lenguaje para explicar los
nuevos objetos de conocimiento.
Esta nueva narratividad científica tiende su
mirada hacia el uso de métodos basados en la filosofía postmoderna, como la
teoría crítica, el círculo hermenéutico, la teoría analítica, el
interaccionismo simbólico y la teoría de la acción comunicativa, por mencionar
algunos.
Entre los paradigmas que orientan esta nueva narratividad
aparecen, la complejidad de Edgar Morín, el ecologismo o biologisismo de
Maturana y Varela, una vuelta a los presocráticos generadores de mitos para
aplicaciones científicas, el holismo metodológico y los programas de
investigación de Lakatos, entre otros.
Estas posturas coadyuvantes de la nueva
narratividad científica se apoyan en sistemas epistemológicos como la
fenomenología de Husserl, el existencialismo de Heidegger, la hermenéutica de
Gadamer, y en las sorprendentes teorías contemporáneas de la física cuántica,
como las teorías del caos, incertidumbre, relatividad y complementariedad. Se
vislumbran en el horizonte de la ciencia nuevos retos cuyo abordaje se hará
mediante el proceso de construcción de nuevos caminos, hacia un saber y existir
del ser humano que trascienda los intereses materiales y de control de la
naturaleza. Se observa en el pensamiento filosófico de lo que se ha dado en
llamar la postmodernidad una deconstrucción de la gramática de la dominación
positivista y a la par la construcción de un nuevo tejido epistemológico de la
ciencia y del universo bajo la concepción de una realidad caracterizada por
infinitas relaciones que se conectan, combinan y trasladan, y así componen la
textura del todo.
Esta nueva realidad formada por multifacéticos
escenarios ha sido posible gracias a la incidencia de las obras de Thomas Khun
(1962) (La estructura de las Revoluciones Científicas), Stafford Bear y
Bertalanffly (1959) (El Modelo Cibernético), que dieron origen a la formación
de nuevos paradigmas científicos y al modelo sistémico, respectivamente. De
aquellos se alimenta y enriquece la práctica investigativa y la construcción de
teoría científica de los últimos años.
Estos cambios paradigmáticos se han acelerados por
la significativa participación y contribución de la teleinformática, la cual ha
evolucionado con una pasmosa rapidez producto de la aplicación de la teoría de
sistemas, el avance de la microelectrónica y la utilización del chip de
silicio. Este avance de la ciencia y la tecnología de la información han
permitido a la ciencia en general construir nuevas teorías para explicar
nuestro universo en expansión.
Ante este panorama del
ejercicio del pensamiento y la actividad científica, entender la
transcomplejidad como un ejercicio de pensamiento mediante el cual se crean
espacios de reflexión donde se entrelazan las percepciones objetivas y
subjetivas de la realidad,sus dimensiones lineales y multidimensionales, las
concepciones universales y multiversales, lo apariencial y lo substancial, la
naturaleza y la artificialeza, lo esencial y lo existencial, lo inductivo
concreto y lo deductivo abstracto, lo material y lo energético; y en fin, lo
racional y lo vivencial; como un intento de conformación de novedosos y
variados paisajes cognitivos, que contribuyan a la construcción de inéditose
inexplorados caminos del conocimiento humano, nos obliga a dejar atrás el
excesivo controlismo de las ciencias de lanaturaleza y la ingenuidad
prescriptiva del método científico aplicado a una parcela de la realidad; y
como inequívoca consecuencia, una apertura a la nueva ciencia, cuyo papel
fundamental podría consistir en reinterpretar la existencia humana, para
procurar una vida plena, integral, relacionada y sustentable en este viaje
planetario.
Somos herederos y
víctimas de una forma de pensar y hacer conocimiento, que nos ha conducido
hacia una perniciosa superstición del materialismo, en la cual tiene su arraigo
la ciencia que aplicamos en búsqueda solo de bienestar para la corporalidad.
En este orden, todavía
hay quienes creen, que la finalidad ulterior de la ciencia es producir más y
más bienestar material; y que el método científico y sus resultados constituyen
la fuente de respuestas para todas nuestras inquietudes humanas, y la solución
de todos nuestros problemas. Mientras tanto el planeta y todos los seres que lo
pueblan sufren las consecuencias de una ciencia triunfante.
Ante esta visión
reduccionista de la ciencia, la transcomplejidad reivindica y hace emerger lo
esencial de la existencia humana, sin desconocer lo aparente, que a manera de
subyugante vestidura ha ocultado lo substancial, aquello que el credo
científico no ha logrado penetrar y poner de manifiesto. Ahora estamos frente a
nuevos retos en la búsqueda de saberes más allá de la ciencia normal, que
encontrará su asidero fundante en una alquimia científica, que nos permitirá
redescubrirnos a nosotros mismos como fuente y origen de cosmogonías
explicativas de nuestro mundo fenomenado.
Los nuevos escenarios
multipespectivistas hacen que la transcomplejidad se libere de las concepciones
y ataduras del objetivismo reduccionista, y se interne en los más profundos
parajes de la transmutación interpretativa-subjetiva, y
contemplativa-trascendental.
En obsequio de lo
anterior,y en una apreciación general, la transcomplejidad permitirá ejercer la
reflexión acerca de experimentos de pensamiento, tales como: las nuevas
concepciones de la realidad, la complejidad como trasfondo paradigmático,
aportes de la neurociencia al conocimiento de la realidad, el estudio de la
consciencia, problemas existenciales: crisis del yo y del estar,
neomaterialismo, transhumanismo, posthumanismo y postfilosofía, entre otros.
Esto es solo una pincelada en la estimulante aventura de pensarnos a nosotros
mismos y a nuestro mundo.
San
Juan de los Morros, 06 de junio del 2014.
*Coordinador del
Postdoctorado en Filosofía de la Ciencia y Transdisciplinariedad de la
Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos, San Juan de los Morros,
Estado Guárico.
En la transcomplejidad se establece una interrrelación entre el autor (investigador) y su obra, dando paso a la reflexión. Cabe destacar que, cada individuo es único y posee ideas y pensmientos propios. Su interpretación de la realidad es diferente al resto del mundo, todo va a depender de sus experiencias.
ResponderBorrarciertamente todo esta por conocerse en un eterno espiral sin fronteras, el universo es cambiente, el ser es trasnpersonal, nada es definitivo...esa es la nueva ciencia
ResponderBorrarle llego la hora alfin al estudio de la espiritualidad del ser humano, sin la discriminacion clasica del positivismo cientifico, crecemos en la vision del SER.
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