Paul
Feyerabend: ¿Un método único para adquirir el conocimiento?
Wilfredo J. Rincones A.
Pensar es la suprema función del hombre,
y a través de este ejercicio resuelve los problemas que la vida le plantea. Sin
embargo, las dificultades se presentan precisamente al no saber qué tipo de
conocimientos le permiten acercarse al fin que persigue, o qué saberes le
apartan de él. Así, el pensante tiene que descubrir por sí mismo la relación
que hay entre los métodos adecuados y el problema mismo. La elección de los
métodos más adecuados se logra anticipando mentalmente el efecto.
En las últimas décadas se ha vuelto común
examinar las bases de nuestras posiciones teóricas, para no llegar a la
frustración de construir en el aire. La historia de la ciencia es pródiga en
ejemplos de construcciones etéreas que, después, solo pueden sostenerse con
base en dogmatismos. Las posiciones dogmáticas se encuentran, a veces, donde
menos se piensa. En el presente siglo, por ejemplo, ha sido notable la
influencia que han tenido en la filosofía de la ciencia autores como Thomas
Kuhn y Karl Popper. La doctrina sostenida por este último se basa en la
promoción de una actitud crítica sistemática, permanente y hasta despiadada.
Algunos de sus alumnos aprendieron tan bien la lección que su crítica se
dirigió también hacia el criticismo popperiano; pero paradójicamente, el premio
por desafiar al maestro fue una “excomunión” mayor. Esto le sucedió a
Feyerabend, a Bartley, a Lakatos y a otros más. (Weimer, 1979).
En este caso haré referencia específica
al pensamiento de Paul Feyerabend, en relación al método científico, tomando en
cuenta la lectura de Liza Analy
Ramírez Salinas en “El Anarquismo Epistemológico”.
Feyerabend se denomina a sí mismo
como filósofo o pensador dadaísta. Su posición se encuentra ligada en algunos
aspectos a la de Kuhn, sin embargo, se diferencia de ella en muchos otros y
constituye, en general, una visión radicalmente diferente de cualquiera de las
sostenidas hasta ahora en la filosofía de la ciencia.
Primero
que nada, Feyerabend está en contra de la idea de que existan estándares
invariables de racionalidad en cualquier campo, incluido el de la ciencia. No
existen, según él, principios universales de racionalidad científica; el
crecimiento del conocimiento es siempre peculiar y diferente y no sigue un
camino prefijado o determinado. Feyerabend defiende firmemente el valor de la
inconsistencia y la anarquía en la ciencia, de las cuales afirma ha derivado la
ciencia todas sus características positivas, y sostiene que una combinación de
crítica y tolerancia de las inconsistencias y anomalías, a la vez que absoluta
libertad, son los mejores ingredientes de una ciencia productiva y creativa.
Él eligió el término
anarquismo para su planteamiento de problema hacia el método científico, como
se sabe el anarquismo se ha practicado desde el pasado hasta nuestros tiempos,
Paul ha estado en contra de ese anarquismo, puesto que este se preocupa por la
felicidad humana y de la vida de los humanos, “pero solo el anarquismo está a
favor de un grupo de personas que pertenecen a un grupo especial”, por el
contrario Feyerabend se considera una persona dadaísta” un dadaísta es aquella
persona que está convencida de que una vida que merezca la pena sólo será
factible cuando empiece a tomar las cosas a la ligera y cuando se elimine del
lenguaje aquellos significados profundos pero ya putrefactos que ha ido
acumulando a lo largo de los siglos”.
La crítica contra el método científico es una lógica método científico
racionalista, la investigación histórica contradice que haya un método con
principios inalterables, que no existe una regla que no se haya roto, lo que
indica que la investigación no es accidental sino necesaria para el avance de
la ciencia. Feyerabend nos dice que, a pesar de ello, hay un esfuerzo continuo
para encerrar el proceso científico dentro de los límites del racionalismo, de
manera que un especialista, acaba siendo una persona sometida voluntariamente a
una serie de restricciones en su manera de pensar, de actuar e incluso de
expresarse.
Es necesario considerar a los seres humanos como realmente son y no
imaginarlos como seres “teóricos”. Una de las características de los individuos
es que requieren un tiempo para asimilar los cambios aunque se habitúan
rápidamente a las novedades cómodas o liberadoras. Paul Feyerabend, mencionaba
que ningún método de la ciencia ha tenido éxito, pues ninguna ha proporcionado
reglas adecuadas para guiar las actividades de los científicos, y que no
deberían estar obligados por ellas, sino que todo vale, porque no se sabe nunca
de antemano qué teoría tendrá éxito y cuál fracasará, puesto que todas las
metodologías, incluso las más obvias, tienen sus límites; además, señala que es
poco razonable esperar que la ciencia sea explicable sobre la base de unas
cuantas reglas metodológicas, esto resulta poco realista porque se tiene una
visión demasiado simple de los talentos del hombre y de las circunstancias que
fomentan o provocan su desarrollo; y es perniciosa porque el intento de aplicar
las leyes está dirigido a incrementar nuestra cualificación profesional a
expensas de nuestra humanidad; y es perjudicial a la ciencia porque pasa por
alto las complejas condiciones físicas e históricas que influyen en el cambio
científico.
Este filósofo considera que las teorías son inconmensurables en tanto
que no es posible explicar unas con los principios de las otras al comparar sus
consecuencias lógicas. Por otra parte, los criterios de elección entre las
teorías inconmensurables son, en última instancia, resultado de un subjetivismo
implícito, lo que no significa que no sean juicios racionales.
Feyerabend niega la superioridad de la ciencia sobre otras formas de
conocimiento acusa la institucionalización de la ciencia en nuestra sociedad
porque es incompatible con la actitud humanitaria, dice que hace falta liberar
a la sociedad de la ciencia como ideología para así tener la libertad de elegir
entre otras formas de conocimiento y otras tradiciones, puesto que un ciudadano
maduro en una sociedad libre es alguien que ha aprendido a pensar por sí mismo
y se ha decidido a favor de lo que más le conviene. La sociedad ideal de
Feyerabend es la ideológicamente neutral, donde cada quien elija y no le sea
impuesta una ideología contra su voluntad.
Ahora bien, el método científico, en muchas de sus versiones, evade la
autojustificación, impide la autocrítica y elimina toda posibilidad de
refutación, convirtiéndose, así en meras técnicas entontecedoras y hasta
cretinizantes. Tal es la situación cuando se entra de lleno a tratar acerca de
los procedimientos metodológicos evitando toda reflexión epistemológica, toda
crítica de los supuestos aceptados y toda sugerencia de alternativas
metodológicas. De allí, la crítica que se hace a la ciencia ortodoxa y de las
bases en que se apoya, de su pretensión de ser el camino para el conocimiento y
de su ingenuidad al creer que siempre usa el mismo método cuando, de hecho, no
tiene ni ha tenido nunca un método
único, y los avances de la ciencia se dieron sólo cuando sus más
distinguidos exponentes decidieron apartarse de las rígidas reglas canónicas
que coartaban el pensamiento, la originalidad y la imaginación creadora.
En este sentido, considero que debido a los cambios sociales del siglo
XXI, se impone en el sujeto la necesidad de emprender un esfuerzo mayor para
librarse de las ataduras del reduccionismo cientificista- simplista
domesticador en cuanto a la forma de percibir y pensar la realidad que le
rodea. Pudiera decirse que ocurra lo que
Kuhn denominara una “revolución científica”, dada por cambios paradigmáticos
para que se asigne una nueva epísteme y una nueva manera de concebir la forma
de pensar y de hacer ciencia natural y social, el cual requiere de un método
que supere las insuficiencias de la racionalidad positivista clásica. De allí,
que es necesario acotar que el método enmarcado en el paradigma cualitativo va
surgiendo en el transcurso del abordaje epistémico, es decir se va construyendo
en el avance mismo de la investigación. Por ello, el recorrido o el trayecto de
una investigación constituyen el método.
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