DEL ANARQUISMO
EPISTEMOLÓGICO A LA TRANSDISCIPLINARIEDAD
Participante: Rodolfo Piña Reyes
Para el Físico y Filósofo Paul
Feyerabend, la postura del anarquismo epistemológico, publicado en su libro
“Contra el Método” plantea que el investigador debe asumir la libertad absoluta
para abordar el desarrollo de la investigación, lo que implica que cada quien
fije sus propias reglas según el objeto investigado, en un flagrante
desconocimiento de los métodos
tradicionales reconocidos por el mundo científico.
Algunos críticos a su postura,
alegan que la analogía del término anarquismo llevado de la política a la
investigación, representa el derrumbe de todo método conocido en la
investigación para crear un espacio de absoluta libertad, sin pasos
preestablecidos ni límites a lo que el investigador necesite en el desarrollo
de su trabajo…eso suena bien, pero acaso no es dejar a un lado lo existente
para adoptar un “nuevo método libre”.
Sin embargo, el mismo Feyerabend sale al paso para aclarar que
prefiere que lo recuerden como “un frívolo dadaísta, y no como un anarquista
serio”, esta declaración de principios, permite enfocar mejor las lentes de la
investigación para entender su postura frente a los métodos considerados por él
como barreras para el conocimiento frente a lo cual adopta al Dadaísmo como
forma que rompiendo con lo establecido en el pasado para la investigación,
propone nuevas pautas que impulsen el desarrollo de la ciencia, eliminando el
automatismo y la repetición permanente de la misma forma de abordar la construcción
del conocimiento científico.
Resulta atractivo recorrer el
camino de la ciencia bajo la libertad de decisión de cada investigador, en este sentido y como sustento de su
propuesta, Feyerabend concibe al
ciudadano de una sociedad libre como “una persona que ha aprehendido a pensar con
su cabeza y que ha decidido entonces a favor de lo que piensa que le conviene”… esta
afirmación del autor plantea un escenario digno de ser considerado con toda
responsabilidad frente a la importancia y relevancia de la investigación como
fuente de conocimiento para el hombre.
La importancia del método científico como fundamento válido para la
investigación, radica en la posibilidad de repetir los resultados del
comportamiento de un fenómeno en estudio, para asegurar a través de la
ocurrencia de los hechos, que su repetición es indicador del control que tiene
el investigador de las variables que originan dicho resultado, en otras
palabras, permite que dichos resultados sean comprobados y repetidos por
cualquier investigador interesado en esa situación particular, eso es conocido
como la validez al cumplir de manera correcta con “todos los requisitos del
método de investigación”.
Entonces, cómo saber que “le conviene a cada quien?, cómo validar el conocimiento que se genera de investigaciones
sin más control que el propio investigador? Una cosa es la libertad de métodos que
sean controlados por la comunidad científica de manera flexible y otra la anarquía
y caos que tendrían como base la generación del conocimiento a discrecionalidad
de cualquiera que pueda llamarse investigador.
La reflexión anterior encuadra dentro de la frase de Feyerabend
que expresa ““todo vale si con ello se consigue progreso”, la cual justifica la postura del autor a
favor del progreso científico y no como la permisividad del desorden en la investigación,
en este sentido, el planteamiento del autor in comento, fue tomado por algunos
integrantes de la comunidad científica como un acto deliberado contra la
ciencia y sus métodos, lo cual no era su
intención final, pues de haber tenido
esa firme intención, no hubiese también investigadores que apoyan su postura, entendiéndola
como un alerta a la rigurosidad extrema del método científico frente a aquellos
fenómenos que merecen investigarse con propuestas novedosas, las cuales sin ser
ajenas al método permitido, tampoco estén limitadas por las barreras que impiden
el avance de la ciencia y la expansión del conocimiento.
Sin lugar a dudas, opino que la propuesta de Feyerabend fue tan
novedosa en su tiempo que la misma comunidad científica no solo no fue capaz de
entenderla, sino que además aun en los años setenta, no estaba preparada para
la apertura de la investigación a métodos que hoy en día permiten mayor
libertad al investigador para abordar el objeto de la investigación, bajo la mirada atenta pero ahora menos
inquisitiva de la ciencia, permitiendo posturas epistémicas como la enunciada
por Edgar Morín en su propuesta de transdisciplina, concibiendo a la misma como
“ una forma de organización de los conocimientos que trascienden las
disciplinas de una forma radical. Se ha entendido la transdisciplina haciendo
énfasis a) en lo que está entre las disciplinas, b) en lo que las atraviesa a
todas, y c) en lo que está más allá de ellas”.
La definición antes citada, en tiempos de Feyerabend hubiese sido una
afrenta a la ciencia, pero hoy representa una propuesta abierta al conocimiento
teniendo como sustento la investigación científica, sin mordazas y bajo una óptica
amplia pero nunca anárquica, una forma de hacer ciencia que nos enfrenta a un
hombre universal, integrado al cosmos como actor y no de manera pasiva, para
generar un conocimiento que aun sin llegar a ser la verdad absoluta, echará por tierra las medias verdades defendidas por
la ciencia desde sus registros ancestrales, para que de esa forma tenga sentido
lo expresado por (Nicolescu, Basarab (1996): en su libro La Transdisciplinariedad.
“ Volvemos
entonces a la imperiosa necesidad de proponer, vivir, aprender y enseñar un
pensamiento complejo, que vuelva a tejer las disciplinas como posibilidad de
humanidad en completud; y que sólo de esta manera se vencería la eterna
limitación y fragmentación del sujeto separado de sí mismo en la búsqueda del
conocimiento.”
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