LAS
TEORÍAS DE LA EDUCACIÓN Y EL PROBLEMA DE LA MARGINALIDAD EN AMÉRICA
LATINA
PARTICIPANTE: Maritza
Quintero
En América Latina, para los
años 70, cerca del 50% de los alumnos de las escuelas primarias
desertaban en condiciones de semianalfabetismo o de analfabetismo,
esto sin tener en cuenta al
grupo de niños en edad escolar que ni siquiera tenían
acceso al ingreso a la escuela, ya que se encontraban
a priori marginados de ello.
Con el simple dato anterior,
nos indica de una manera inmediata, que ante nosotros existe una
realidad de la marginalidad con relación al
fenómeno de la escolaridad o escolarización, surgen las siguientes
interrogantes ¿Cómo interpretar ese dato? ¿Cómo explicarlo? ¿Cómo
se ubican las teorías educativas frente a esa situación?
Se puede decir que, en lo que
respecta a la cuestión de la marginalidad, las teorías
educacionales pueden ser clasificadas en dos grupos: 1.- Tenemos
aquellas teorías que entienden que la educación es un instrumento
de igualación social por lo tanto, de superación de la
marginalidad, y 2.- Se encuentran las teorías que entienden que la
educación es un instrumento de discriminación social, un factor de
marginación.
Ambos
grupos perciben y explican la cuestión de la marginalidad que cada
quien, desde su manera de entenderla, de acuerdo
a las relaciones que existen entre educación y sociedad. Así,
el primer grupo concibe a la sociedad esencialmente armoniosa,
tendiendo
a la integración de sus miembros. La marginalidad es, entonces, un
fenómeno accidental que afecta individualmente a un número más o
menos grande de individuos, lo que constituye un desvío, una
distorsión que no solo puede sino que debe ser corregida, donde la
educación aparece allí como un instrumento de correcciones de esas
distorsiones.
Entre las
teorías no críticas podemos destacar a la pedagogía tradicional,
la
cual se inspiró en el principio según el cual la educación es el
derecho de todos y el deber del Estado. La
sociedad correspondiente a los intereses de una nueva clase
consolidada en el poder: la burguesía, la cual trata de construir
una sociedad democrática, que se
apoya en la
constitución para
establecer los
llamados sistemas de enseñanza. Se espera que la escuela fuese la
solución o instrumento para convertir a los ciudadanos, redimiendo a
los hombres de su ignorancia, miseria moral y la opresión, la
miseria política.
La ignorancia es identificada
como la causa de la marginalidad, donde la escuela nace. Como
antídoto, su papel es difundir la instrucción, donde el maestro
será la piedra angular de esa gran obra.
La pedagogía nueva, como
teoría, mantenía la creencia en el poder de la escuela y que su
función era la igualdad social, lo que pudiese corregir la
distorsión que expresaba el fenómeno de la marginalidad, que era a
través de la escuela. La pedagogía nueva comienza a criticar a la
pedagogía tradicional esbozando una nueva manera de abordar o
interpretar la educación, a través de experiencias restringidas,
para luego defender
su generalización en el ámbito de los sistemas escolares.
En
esta nueva
teoría, la marginalidad deja de ser vista desde el
ángulo de la
ignorancia, esto es, el no dominio de los conocimientos. Aquí
el marginado ya no es, propiamente, el ignorante, sino que es el
rechazado. Alguien está integrado no cuando es ilustrado, sino
cuando se siente aceptado por el grupo y, a través de él, por la
sociedad en su conjunto. El papel de la “Escuela Nueva” se
manifestó más claramente en el caso de América Latina. En
la gran mayoría
de los países de esta región los sistemas de enseñanza comenzaron
a adquirir cambios con más nitidez, sobre el pensamiento pedagógico
latinoamericano.
Surge, tentativamente en
desarrollarse, una
especie de “Escuela Nueva Popular”, cuyos representantes
significativos son las pedagogías de Freinet y de Paulo Freire y por
el otro lado la preocupación por los métodos pedagógicos que están
presentes en la Escuela Nueva. Se
articula aquí una nueva teoría educacional: la Pedagogía
Tecnicista.
Cabe señalar que, para la
pedagogía tecnicista, la marginalidad no es identificada con la
ignorancia. El
marginado será el incompetente, o sea, el ineficiente e
improductivo. Se
considera que
la educación supera el problema de la marginalidad en la medida que
forma
individuos eficientes, capaces de contribuir al aumento de la
productividad de la sociedad. La educación es
concebida pues, como
un subsistema cuyo funcionamiento eficiente es esencial para el
equilibrio del sistema social del que participa. Su
base de sustentación teórica se desplaza hacia la sociología
conductista,
la ingeniería del comportamiento, la ergonomía, la
cibernética,
que tienen en común una inspiración filosófica neopositivista y el
método funcionalista. Desde el punto de vista pedagógico, se
concluye que si en
la pedagogía
tradicionalista la cuestión central era aprender y para la pedagogía
nueva es aprender a aprender, para la pedagogía tecnicista lo más
importante es aprender a
hacer.
Los autores Bowls y Gintis,
consideran que la escuela tenía una función igualadora. En cambio,
se torna cada vez más evidente el papel que desempeña: reproducir
la sociedad de clases y reforzar el modo de producción capitalista.
La
teoría no deja margen para las dudas. La función de la educación
es la reproducción de las igualdades sociales. Por la reproducción
cultural, ella contribuye específicamente a la reproducción social.
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