Carlos E. Rodríguez Q.
Twitter: @CarlosR_chg
@echicosygrandes
La educación es una
actividad permanente de la sociedad. Esta asigna a la Institución Escolar unas
atribuciones particulares al entorno formal de la escolaridad; lo que nos
permite apreciar el sentido sociológico de la educación. Ahora bien, la Escuela
debe enmarcarse dentro de un proyecto de sociedad, a fin de responder a sus
propias aspiraciones. Entonces, podríamos decir que las Escuelas deben tener su
propio Proyecto Educativo que encaje en la realidad social o, al menos,
responda a sus planteamientos más relevantes.
Vivimos en un mundo
dinámico y en constante cambio, que nos induce a pensar que lo que es válido
hoy, quizás mañana no tenga el mismo valor; por lo que, tanto la educación como
las organizaciones sociales requieren del ajuste permanente de sus estructuras
operativas y administrativas para adecuarse a esos cambios. Razones por las
cuales la educación debe experimentar cambios en cuanto al uso de nuevas
herramientas para alcanzar una educación de calidad. Esto implica el uso
adecuado de las tecnologías de la información y la comunicación y dirigir el
aprendizaje en un ambiente de libertad, protagonismo, participación y amor.
La nueva realidad
social exige una nueva concepción de parte del maestro o maestra de la forma de
enseñar en la escuela; quienes ahora serán mediador y mediadora con cualidades
y condiciones distintas de las del docente tradicional que descansaba
exclusivamente en la clase expositiva. El docente de hoy debe tener visión
transformadora para plantear relaciones con todas las disciplinas posibles y
estar preparado para tomar decisiones instruccionales cada vez más complejas.
Es importante señalar
que ninguna de las nuevas tecnologías reemplaza al docente ni sustituyen al
libro de texto. Por el contrario, se requiere que el docente conozca los
contenidos que transfiere con una formación tecnológica que le permita
desarrollar competencias para el logro de un aprendizaje innovador, que ofrezca
una educación para todos, sin distinción, para toda la vida, como medio para
participar en la sociedad global; una educación que se preocupe por ser de
mejor calidad en sus procesos y resultados, que tenga pertinencia con las
necesidades locales y regionales.
Sumado a lo antes
planteado, la realidad venezolana, vinculada al tema económico, poco a poco ha
trastocado muchos aspectos del ordenamiento social, enfocado desde la
perspectiva de que cada vez es mayor el número de familias en las que papá y
mamá deben salir a trabajar para cubrir los gastos de manutención familiar,
afectando de manera directa a los niños y niñas, cuya crianza es delegada por
los padres a agentes externos al núcleo familiar y quienes asumen la realidad
de la crianza de los niños.
En algunos casos, los
hijos llegan a sus casas muy tarde, al igual que sus padres, cansados de una
jornada intensa de labores y con el sólo propósito de descansar para iniciar
muy temprano al día siguiente, nuevamente la rutina, dejando poco espacio para
compartir como familia y establecer lazos afectivos de convivencia.
Son las razones
expuestas, las que nos obligan a repensar la Escuela y su propósito en la vida
de los estudiantes y de la familia, convirtiéndose tal análisis en una
situación, ya que si nos atrevemos a pensar y trabajar por una educación de
calidad, tenemos que pasearnos por la idea de que nos corresponde suplir las
fallas de los padres, bajo una premisa fundamental que establece “Tenemos casas
pero no tenemos hogares”. Así como, Walter Elliott, dijo que “La perseverancia
no es una carrera larga, es una serie de carreras una tras otra”.
En consecuencia, la
educación que hoy se debería promover:
• Debe ser humanizadora y personalizante para que
el ser humano pueda afirmarse como persona, autodeterminarse y promover su
sentido comunitario.
• Debe estar enraizada, nutrirse y proyectarse
desde, en y hacia nuestra realidad venezolana y latinoamericana, de modo que
pueda suscitar las cualidades creativas de nuestro pueblo en orden a la
transformación de su misma realidad.
• Debe ser de calidad y abierta a las
aspiraciones auténticas más profundas de nuestra gente, a los logros de la
técnica, ciencia y arte de la humanidad y atenta a las manifestaciones de las
culturas de nuestros pueblos.
• Debe ejercer constantemente su función crítica,
para cumplir su tarea renovadora y transformadora de la sociedad.
• Debe anticipar el nuevo orden social, no sólo
por sus contenidos teóricos y metodológicos, sino también por el sentido
democrático, participativo de la estructura y organización de los centros
educativos.
• Debe dar una formación ética que facilite al
hombre su madurez, a través de la vivencia de los valores y su integración con
la vida.
Una educación
fundamentada en la Pedagogía de la Esperanza, con el propósito de conjugar en
forma armónica y fértil, el conocimiento con actividades recreativas y de
esparcimiento, para alcanzar la formación de Niños, Niñas, Adolescentes y
Jóvenes integrales, convencidos de que la bondad, el respeto por los derechos
humanos, la toma de conciencia y análisis crítico de la realidad nos van a
conducir a la construcción de un mundo mejor y más justo. Sin olvidar la Pedagogía del Amor, la cual invita al
Docente a hacer uso de su verdadera vocación de sus valores y virtudes en el
ejercicio de sus funciones, a que sea comprensivo, tolerante y sepa ganarse la
confianza, el respeto y el cariño de sus estudiantes, por encima de infringir miedos
y temores, lo que no favorece la intención de consolidar una formación integral
que involucre las emociones, el conocimiento y las creencias y aspiraciones de
cada estudiante, identificando sus realidades y con miras a la consolidación de
competencias que le permitan ser más que importantes, seres útiles para sí
mismos y para la tan mencionada patria.
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