viernes, 29 de mayo de 2015

LAS TEORÍAS DE LA EDUCACIÓN Y EL PROBLEMA DE LA MARGINALIDAD EN AMÉRICA LATINA; REFLEXIÓN CON BASE A DIFERENTES POSTURAS PEDAGÓGICAS.

Carlos E. Rodríguez Q.
                                                       Twitter: @CarlosR_chg @echicosygrandes

La educación es una actividad permanente de la sociedad. Esta asigna a la Institución Escolar unas atribuciones particulares al entorno formal de la escolaridad; lo que nos permite apreciar el sentido sociológico de la educación. Ahora bien, la Escuela debe enmarcarse dentro de un proyecto de sociedad, a fin de responder a sus propias aspiraciones. Entonces, podríamos decir que las Escuelas deben tener su propio Proyecto Educativo que encaje en la realidad social o, al menos, responda a sus planteamientos más relevantes.
Vivimos en un mundo dinámico y en constante cambio, que nos induce a pensar que lo que es válido hoy, quizás mañana no tenga el mismo valor; por lo que, tanto la educación como las organizaciones sociales requieren del ajuste permanente de sus estructuras operativas y administrativas para adecuarse a esos cambios. Razones por las cuales la educación debe experimentar cambios en cuanto al uso de nuevas herramientas para alcanzar una educación de calidad. Esto implica el uso adecuado de las tecnologías de la información y la comunicación y dirigir el aprendizaje en un ambiente de libertad, protagonismo, participación y amor.
La nueva realidad social exige una nueva concepción de parte del maestro o maestra de la forma de enseñar en la escuela; quienes ahora serán mediador y mediadora con cualidades y condiciones distintas de las del docente tradicional que descansaba exclusivamente en la clase expositiva. El docente de hoy debe tener visión transformadora para plantear relaciones con todas las disciplinas posibles y estar preparado para tomar decisiones instruccionales cada vez más complejas.
Es importante señalar que ninguna de las nuevas tecnologías reemplaza al docente ni sustituyen al libro de texto. Por el contrario, se requiere que el docente conozca los contenidos que transfiere con una formación tecnológica que le permita desarrollar competencias para el logro de un aprendizaje innovador, que ofrezca una educación para todos, sin distinción, para toda la vida, como medio para participar en la sociedad global; una educación que se preocupe por ser de mejor calidad en sus procesos y resultados, que tenga pertinencia con las necesidades locales y regionales.
Sumado a lo antes planteado, la realidad venezolana, vinculada al tema económico, poco a poco ha trastocado muchos aspectos del ordenamiento social, enfocado desde la perspectiva de que cada vez es mayor el número de familias en las que papá y mamá deben salir a trabajar para cubrir los gastos de manutención familiar, afectando de manera directa a los niños y niñas, cuya crianza es delegada por los padres a agentes externos al núcleo familiar y quienes asumen la realidad de la crianza de los niños.
En algunos casos, los hijos llegan a sus casas muy tarde, al igual que sus padres, cansados de una jornada intensa de labores y con el sólo propósito de descansar para iniciar muy temprano al día siguiente, nuevamente la rutina, dejando poco espacio para compartir como familia y establecer lazos afectivos de convivencia.
Son las razones expuestas, las que nos obligan a repensar la Escuela y su propósito en la vida de los estudiantes y de la familia, convirtiéndose tal análisis en una situación, ya que si nos atrevemos a pensar y trabajar por una educación de calidad, tenemos que pasearnos por la idea de que nos corresponde suplir las fallas de los padres, bajo una premisa fundamental que establece “Tenemos casas pero no tenemos hogares”. Así como, Walter Elliott, dijo que “La perseverancia no es una carrera larga, es una serie de carreras una tras otra”.
En consecuencia, la educación que hoy se debería promover:
• Debe ser humanizadora y personalizante para que el ser humano pueda afirmarse como persona, autodeterminarse y promover su sentido comunitario.
• Debe estar enraizada, nutrirse y proyectarse desde, en y hacia nuestra realidad venezolana y latinoamericana, de modo que pueda suscitar las cualidades creativas de nuestro pueblo en orden a la transformación de su misma realidad.
• Debe ser de calidad y abierta a las aspiraciones auténticas más profundas de nuestra gente, a los logros de la técnica, ciencia y arte de la humanidad y atenta a las manifestaciones de las culturas de nuestros pueblos.
• Debe ejercer constantemente su función crítica, para cumplir su tarea renovadora y transformadora de la sociedad.
• Debe anticipar el nuevo orden social, no sólo por sus contenidos teóricos y metodológicos, sino también por el sentido democrático, participativo de la estructura y organización de los centros educativos.
• Debe dar una formación ética que facilite al hombre su madurez, a través de la vivencia de los valores y su integración con la vida.
Una educación fundamentada en la Pedagogía de la Esperanza, con el propósito de conjugar en forma armónica y fértil, el conocimiento con actividades recreativas y de esparcimiento, para alcanzar la formación de Niños, Niñas, Adolescentes y Jóvenes integrales, convencidos de que la bondad, el respeto por los derechos humanos, la toma de conciencia y análisis crítico de la realidad nos van a conducir a la construcción de un mundo mejor y más justo.  Sin olvidar la Pedagogía del Amor, la cual invita al Docente a hacer uso de su verdadera vocación de sus valores y virtudes en el ejercicio de sus funciones, a que sea comprensivo, tolerante y sepa ganarse la confianza, el respeto y el cariño de sus estudiantes, por encima de infringir miedos y temores, lo que no favorece la intención de consolidar una formación integral que involucre las emociones, el conocimiento y las creencias y aspiraciones de cada estudiante, identificando sus realidades y con miras a la consolidación de competencias que le permitan ser más que importantes, seres útiles para sí mismos y para la tan mencionada patria.

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